Los medios de comunicación son los encargados de cumplir una función social esencial que es informar a la sociedad sobre lo que acontece, explicar esa realidad de forma digerible, entendible y promover el debate. Acompañadas de las informaciones van imágenes que cumplen una función informativa. Éstas, complementan, contextualizan e incluso explican de mejor forma lo que la crónica escrita cuenta.
La imagen atraviesa por un cuidadoso proceso de selección antes de su publicación y, aplicado a la prensa de información general, dicha selección tiene en cuenta criterios mucho más estrictos.
En mi opinión, la fotografía elegida, por supuesto debe ser informativa. Muchas veces contextualiza los hechos y la forma en que estos ocurrieron. Si la imagen es o no morbosa muchas veces lo decide el ojo que la mira, pues hay opiniones para todos los gustos.
Creo que las imágenes de la devastación ocurrida en Haití eran necesarias para mostrar una pequeñísima parte de la terrible situación y la falta de medios por la que atraviesa ese país cuando ocurren catástrofes naturales de este tipo. Pienso que, sin llegar al morbo, contribuyen a hacer despertar a la sociedad, animan a la protesta, ya sea contra el medio que la publica como el país que no pone ningún remedio para evitar futuros sucesos de tal calibre.
Una imagen impactante capta la atención y es lo que, en casos así, aprovechan los medios. ¿Por qué no utilizar el poder de la imagen para movilizar? ¿Acaso sería mejor omitirlas?
En el caso de la mujer violada en Méjico, es cierto que la polémica está servida. Es una fotografía buscada, no espontánea. Y muchos pensarán que podría haberse publicado en portada esa otra mitad de la fotografía donde también aparecían cadáveres pero no de forma tan explícita. Pero visto de forma lo más objetiva posible, no fue una imagen fabricada ni provocada. Sino un hecho que ocurrió de verdad, con un cadáver de verdad y una denuncia. Por ello, la fotografía no buscaba el morbo sino informar acerca de una realidad que se repite día a día en Ciudad de Juárez y de la que no parecemos ser realmente conscientes.
Me llama mucho la atención el comentario que hace Goyo Rodríguez, subdirector, responsable de El País Semanal, sobre la comodidad de poder haber publicado cualquier otra fotografía del reportaje. Y estoy de acuerdo con la reflexión que hace: "Pero, ¿la comodidad ayuda a cambiar una realidad tan terrible?". Me parece acertado invitar así a la reflexión.
Como veis, he encontrado algunos ejemplos de fotografías de los dos últimos siglos. Me han parecido muy ilustrativas y que invitan a meditar sobre si su ocultación se traduciría en una mejor cobertura de los hechos por resultar menos incómodo; o si, por el contrario, desemboca en el engaño, en la falta de sinceridad y respeto al ciudadano omitiendo deliberadamente imágenes que completarían su conocimiento sobre los hechos. Yo opto por la segunda opción. Cruzamos la línea hacia lo sensacionalista cuando no aportan información relevante sobre los acontecimientos. Actualmente se publican fotografías morbosas y nada informativas en las contraportadas de los diarios deportivos y nadie escribe al Defensor del Lector protestando por ellas: y, al igual que la fotografía de la mujer violada, buscan la desnudez y la estética, ¿no?
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